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Sobre habitus y música en Colombia

En el prólogo del libro de Peter Wade, “Música, Raza y Nación”, Gustavo Bell Lemus comenta respecto a la consideración que se tenía a principios de este siglo respecto a la música autóctona del Caribe colombiano que se conoce como el vallenato. En este fragmento comenta sobre el cambio de actitud y percepción que se ha generado sobre dicha música en Colombia en la última mitad del siglo XX, considerándose en un principio como sinónimo de baja cultura y hoy considerándose como el principal representante de la cultura colombiana.

Esto no es más que una mutación gradual en el habitus de la sociedad colombiana. De acuerdo con Gustavo Lins Ribeiro, se debe hablar de sociedad e individuo como un conjunto en el que las partes se constituyen mutuamente y esto responde directamente al concepto de habitus, el cual Bourdieu define como una estructura estructurada que es a su vez estructurante; es decir, tenemos un individuo cuyo habitus es estructurado por la sociedad estructurante, sociedad que es a su vez estructurada por los elementos que la componen, por lo que las disposiciones individuales (como la actitud o percepción que se ejercen por ejemplo frente al vallenato) “tiende a ajustarse a las probabilidades objetivas de la satisfacción de la necesidad o del deseo”. Es por ello que Ribeiro comenta que los individuos pueden cambiar los marcos definidos de lo social. 

Las disposiciones del habitus no son más que las prácticas (o actitudes) y representaciones (o percepciones) que se desarrollan en determinada clase o grupo social, disposiciones que le acercan o le alejan de ciertas prácticas, lugares, personas u objetos de acuerdo con la familiaridad que puede encontrar en estos elementos, familiaridad que se desarrolla gracias a determinada condición de existencia según la posición social o el grupo del que hacen parte. Responde a los conceptos de extrañamiento y conciencia práctica, en el cual se determina el acercamiento o alejamiento por parte de los individuos, sea que hagan o no parte del grupo social. Ribeiro comenta que el distanciamiento corresponde a la no participación de un código (cultural) y que puede generar extrañamiento, por eso cuando Bell Lemus comenta que “ha sonado tanto vallenato” que ya lo demás, ajeno a este sonido, es lo que suena como ruido es porque el vallenato entra en la conciencia práctica al punto que se crea una confianza entre la práctica y los individuos, volviéndose en rutina, lo que finalmente se convierte en determinante para la familiaridad que permite dicho acercamiento. Es así como encontramos un género musical que se ha ido volviendo más familiar por ocupar cada vez más un lugar prominente en los medios que lo comunican al resto de la sociedad colombiana. 

En este punto entra el concepto de estética como constructora de identidades sociales, dado que el cambio generado dentro del habitus se debió realizar en la sensibilidad estética que desarrollan los receptores de la comunicación estética, es decir, en los individuos, dado que la sensibilidad depende del contexto o grupo social al que se pertenece y además es condicionante de la comunicación estética que se desprende entre los enunciantes y los receptores. La interpretación que permite juzgar estéticamente el vallenato corresponde a las impresiones que genera en los individuos, impresiones que dependen del código cultural que se posee y que se estructura en el individuo gracias al habitus. Es así como el conocimiento del código permite discriminar y juzgar (a gusto o con disgusto) los elementos de distinción del género musical, elementos que en la segunda mitad del siglo XX se fueron relacionando más con los elementos familiares que determinan la identidad nacional.

Es interesante notar el cambio que ello generó respecto a lo que se podría considerar como cultura, dado que Bell Lemus comenta que antes el vallenato sufría de una mayor indiferencia al no compartir elementos que hicieran parte del código cultural que predominaba en las “minorías ilustradas”, una cultura más cercana a la concepción francesa de cultura heredera de la Ilustración en el que se exalta la civilización fundada en la Razón por encima de cualquier forma de tradición o superstición. Muchas de estas impresiones responden a la aversión “instintiva” que se produce hacia lo que no se ajusta al sentido de decoro de dicho grupo social, es por eso que Levi-Strauss comenta sobre que esta actitud “consiste en repudiar pura y simplemente las formas culturales -morales, religiosas, sociales, estéticas- más alejadas de aquellas con las cuales nos identificamos”. Pero después de una prolongada exposición musical en la sociedad colombiana, el concepto de cultura fue transitando más hacia la concepción alemana, la Kultur que menciona Adam Kuper, que favorece la tradición nacional, las artes, por encima de los elementos que la cultura ilustrada francesa toma por primordiales. 

Sin embargo, está mal reducir a un solo elemento, como el vallenato, todos los elementos culturales, sociales e individuales que componen Colombia, dado que, para muchas comunidades e individuos que no comparte el código cultural, es un género que realmente genera extrañamiento y eso la distancia notablemente al punto que no se puede asumir que representa a toda la sociedad colombiana; es verdad que puede ser un género muy extendido y que remite en su categoría conceptual a elementos de distinción propios de una parte de la cultura colombiana, pero no hay una sola cultura colombiana, sino muchas culturas la que le componen y ahí radica un disentimiento que muchas veces es igual de generalizado como su familiaridad. Además, en los últimos años se ha evidenciado fuertemente la injerencia del Mercado en la industria musical del vallenato, una injerencia que corresponde a la lógica del beneficio del utilitarismo dominante y que Ordine critica por matar progresivamente el arte y lo esencial para el ser humano. De acuerdo con este autor, la sociedad cada vez más considera como “inútil” todo aquello que representa nula ganancia para el mercado, para la industria, por eso cada vez más es evidente la aplicación de fórmulas de mercadeo en la composición y producción musical que está generando una pérdida en la sensibilidad estética en beneficio del lucro, por eso cada vez más es notable el deseo de hacer música “para generar plata” que por hacer una música o arte que realmente sea útil para el espíritu humano. Bell Lemus comenta que es una música “enriquecida por supuesto por nuevos aires” y es que últimamente se vuelve innegable la influencia de géneros como el pop y el reggaetón, que son herederos directos de esta lógica del beneficio y que alimentan al vallenato, con el fin de llegar de forma más extensiva a los consumidores y con el único propósito de generar lucro. No es sorpresa observar y escuchar que cada vez más las canciones de vallenato se parecen más las unas de las otras en su estructura musical y es gracias a los elementos de distinción que en su afán de generar familiaridad se encierran en las mismas fórmulas, finalmente se distancian del propósito artístico que en un principio lo elevó. En mi opinión y compartiendo las ideas de Heinrich Wölfflin, es una música que está en su momento barroco, en su concepto nocturno del arte, música de repetición, de imitación, pero eso ya es para otra discusión. 

Autor desconocido

Bibliografía:

  • Bourdieu, P. (2008). El sentido práctico. Siglo XXI de España Editores.

  • Mandoki, K. (2008). Estética cotidiana y juegos de la cultura: Prosaica l (Vol. 1). Siglo xxi.

  • Ribeiro, G. L. (1989). Descotidianizar. Extrañamiento y conciencia práctica. Un ensayo sobre la perspectiva antropológica. Cuadernos de antropología social, (3).

  • Bourdieu, P. (2016). La distinción: criterio y bases sociales del gusto. Taurus.

  • Lévi-Strauss, C. (1979). Raza e historia. Lecturas de Antropología Social y Cultural, 67.

  • Kuper, A., & Roca Álvarez, Albert. (2018). Cultura: la versión de los antropólogos.

  • Ordine, N., & Flexner, A. (2017). La utilidad de lo inútil: manifiesto (Vol. 36). Acantilado.

  • Carvajal Echavarría, J. (2010). Las metáforas de las historias del arte. Revista de Artes Visuales Errata, 2, 44-59. https://issuu.com/revistaerrata/docs/revista_de_artes_visuales_errata__2_la_escritura_d/51

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