Antes de hablar de romanticismo alemán, se debe aclarar que surge allí, más su producción no se limitó a ese único territorio. El proyecto del romanticismo alemán tiene sus inicios previo a la Revolución Francesa, revolución que en un principio sería bien acogida por los individuos al significar un verdadero cambio, pero que después se asumiría como un fracaso de la razón ilustrada. Consiste entonces en un movimiento que identifica los excesos y los defectos del deseo de imponer una Razón que le había declarado la guerra a la superstición, a las tradiciones y a la imaginación. Los románticos vieron allí cómo se marchitaba el espíritu humano, quien anhelaba libertad y la conseguía sin primero encontrar la libertad interior al poner por encima la utilidad social de la razón que la utilidad de las artes y las tradiciones. Es por eso que el romanticismo ve en las ideas ilustradas una gran limitación para el hombre, puesto que pretende otorgar todas las respuestas y volver todo comprensible poniendo en riesgo disposiciones tan necesarias como el imaginar, como el misterio y la incertidumbre, la religión, la poesía o el arte, en donde se puede encontrar la verdadera libertad; para ellos, la razón puede fallar cuando se propone a conocer, pues se ve limitada frente al infinito, cuando, en su lugar, los sentimientos artísticos sí poseen la capacidad de acceder a esos estadios. Esta limitación se podía evidenciar en las consecuencias directas que tuvo la Revolución Francesa tanto en Francia como en el resto de Europa, motivo por el que se vio a la Razón y la objetividad como un lugar en el que el hombre no tiene la capacidad de creación ni de pensamiento autónomo, por ello se consideró como una fragmentación que los románticos se propusieron a volver a unir.
Encontramos entonces que la imaginación y la intuición estética adquieren protagonismo, son capaces de pensar y crear nuevos mundos que sean más atractivos que la deformidad que había causado la Revolución. Toma protagonismo el cultivo de la sensibilidad estética como forma imperiosa para lograr apreciar cada detalle de la vida misma, detalles que estimulan el pensamiento imaginativo y el mar de posibilidades que la Razón estaba limitando, y que finalmente en medio de la incertidumbre de lo que la razón no puede explicar (o que al explicar lo reduce a meros conceptos) el individuo es capaz de encontrarse consigo mismo. En la búsqueda de un lenguaje más acorde con este otro mundo que se abre sobresalen las metáforas, la ironía y el misterio, que junto a la poesía, la filosofía, la ciencia, el arte y la mitología, intentan rescatar al hombre de la crisis en la que se había sumergido; se postula que el conocimiento de la realidad se logra gracias al arte poético. Es por ello que la actividad de la lectura y de la escritura se empieza a frecuentar mucho más, además de que en ella se encontraba la realidad exterior que moldeaba la mente del lector; es en la lectura y las artes donde los románticos vieron una posible realización de su anhelo, razón por la que se ve la necesidad de volver a juntar todas las formas separadas de poesía, así como retornar a la mitología, dado que allí encontraron la forma de volver a unir lo que la Razón había fragmentado; consiste este retorno en una unidad que consideraron por mucho tiempo perdida entre la Naturaleza y el hombre, unidad que también volvería a juntar los espíritus individuales, dado que solo en la mitología podría explicarse una cultura aparentemente disipada como la alemana y que le otorgaría estructura, solidez y legitimación a este pueblo en correspondencia con las nuevas formas de pensamiento y discursos políticos que estaba penetrando desde allí. La Revolución Francesa direcciona, en parte, las disposiciones de los románticos, quienes encontraron en ella horror y deformidad, un mundo al que se le arrancó su esencia humana, por ello el proyecto romántico alemán consistiría en un intento de conjugar las artes (que incluye la literatura y la poesía), la filosofía, la ciencia (en plena consciencia de las limitaciones que supone la razón) y la política para que de allí surja una nueva forma creadora de pensamiento, para que el espíritu humano vuelva a ocupar su lugar perdido.
Encontramos entonces que la imaginación y la intuición estética adquieren protagonismo, son capaces de pensar y crear nuevos mundos que sean más atractivos que la deformidad que había causado la Revolución. Toma protagonismo el cultivo de la sensibilidad estética como forma imperiosa para lograr apreciar cada detalle de la vida misma, detalles que estimulan el pensamiento imaginativo y el mar de posibilidades que la Razón estaba limitando, y que finalmente en medio de la incertidumbre de lo que la razón no puede explicar (o que al explicar lo reduce a meros conceptos) el individuo es capaz de encontrarse consigo mismo. En la búsqueda de un lenguaje más acorde con este otro mundo que se abre sobresalen las metáforas, la ironía y el misterio, que junto a la poesía, la filosofía, la ciencia, el arte y la mitología, intentan rescatar al hombre de la crisis en la que se había sumergido; se postula que el conocimiento de la realidad se logra gracias al arte poético. Es por ello que la actividad de la lectura y de la escritura se empieza a frecuentar mucho más, además de que en ella se encontraba la realidad exterior que moldeaba la mente del lector; es en la lectura y las artes donde los románticos vieron una posible realización de su anhelo, razón por la que se ve la necesidad de volver a juntar todas las formas separadas de poesía, así como retornar a la mitología, dado que allí encontraron la forma de volver a unir lo que la Razón había fragmentado; consiste este retorno en una unidad que consideraron por mucho tiempo perdida entre la Naturaleza y el hombre, unidad que también volvería a juntar los espíritus individuales, dado que solo en la mitología podría explicarse una cultura aparentemente disipada como la alemana y que le otorgaría estructura, solidez y legitimación a este pueblo en correspondencia con las nuevas formas de pensamiento y discursos políticos que estaba penetrando desde allí. La Revolución Francesa direcciona, en parte, las disposiciones de los románticos, quienes encontraron en ella horror y deformidad, un mundo al que se le arrancó su esencia humana, por ello el proyecto romántico alemán consistiría en un intento de conjugar las artes (que incluye la literatura y la poesía), la filosofía, la ciencia (en plena consciencia de las limitaciones que supone la razón) y la política para que de allí surja una nueva forma creadora de pensamiento, para que el espíritu humano vuelva a ocupar su lugar perdido.
Bibliografía:
Gimber, Arno. "Mito y mitología en el romanticismo alemán." Amaltea. Revista de mitocrítica (2008).
Medellín, Moisés Moreno. "El imperativo romántico. El primer romanticismo alemán, Frederick C. Beiser." (2020): 223-239.
Safranski, Rüdiger. Romanticismo: una odisea del espíritu alemán. Munich: 2007, 13-65.

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