¿La caída de Roma y las Invasiones Bárbaras significaron el fin de la civilización y del modo de vida antiguo?
Durante los últimos tiempos se ha venido presentando un mayor interés y reflexión acerca de
las causas que propiciaron la caída del Imperio Romano en Occidente, haciéndose más
popular la idea de que las llamadas Invasiones Bárbaras trajeron como consecuencia el final
de dicho imperio y por ende, el advenimiento de la Edad Media, periodo temporal que
normalmente se asocia al naufragio y miseria vividos después del abandono imperial en su
parte occidental, considerado como el inicio de un periodo oscuro en el que no hay presencia
de civilización alguna. Hoy en día, gracias a los nuevos descubrimientos arqueológicos y a
los nuevos análisis de fuentes, se ha afirmado que la Antigüedad Tardía y la Edad Media
Temprana representaron un momento de transición más que de ruptura, así como se ha
evidenciado una conjunción entre el mundo romano y el mundo bárbaro que demuestran la
permeabilidad mutua sufrida y por tanto, la dificultad para discernir hoy día entre el uno y el
otro especialmente en aspectos cotidianos. Cabe destacar que, según Ian Wood en The
Modern Origins Of The Early Middle Ages, en las últimas tres décadas de la historiografía de
este periodo existen dos grandes grupos de académicos que difieren entre la idea de que la
llegada de los bárbaros marcaron una historia decisiva (Movers) y la idea de ver los años 300
d.C y 700 d.C como producto de las evoluciones internas del Imperio Romano (Shakers).
Este trabajo pretende lograr esclarecer qué fueron las Invasiones Bárbaras y cómo se produjo
la caída de Roma, con la finalidad de entender qué tanto peso tuvieron estos eventos en la
vida de los romanos y de los bárbaros, al punto de poder afirmar o no que se haya presentado
el fin de la civilización y del modo de vida antiguo.
Para el desarrollo del presente trabajo es necesario primero aclarar los términos empleados en
él, desde qué punto de vista se aborda y en qué momento se concentrará el estudio. Para ello,
debemos entender que el concepto de civilización se da bajo dos miradas: una mirada actual
cuya definición puede sintetizarse como el de una sociedad que ha alcanzado un alto grado de
complejidad en el campo cultural, político, económico, social, etc., así como se da la
inherente presencia del complejo urbano o ciudad, en contraposición a las sociedades tribales;
y una segunda mirada que no es tan lejana de la primera pero que corresponde más a lo que
los romanos consideraban por civilización, en el cual también la urbe, el Estado -o Imperio-,
sus funciones y su administración son importantes pero prima la idea de la cultura romana
(creencias, costumbres y valores) como principio superior y como elemento social unificador en contraposición a los bárbaros que no lo poseen . Es por ello que situaremos el trabajo bajo estas dos miradas, bajo un amplio punto de vista que se enfocará más que todo en el aspecto
sociocultural (modo de vida), sin dejar de mencionar otros campos, entre los siglos III y VIII
en los territorios que pertenecieron al Imperio en su parte occidental.
Antes de continuar, se debe comprender qué se referencia al decir “fin de la civilización” en
términos de un romano, para ello se acudirá a Séneca, quien en sus Epístolas Morales
dirigidas a Lucilio proclama en dos ocasiones:
Diversas formas de aniquilamiento las arrasarán [toda las ciudades que gozan de primacía]: a unas las destruirán las guerras, a otras las consumirá la desidia, la paz convertida en ociosidad y el lujo, vicio funesto para las grandes potencias.[...] haremos uso de una prudencia que imponga sobre tales bienes moderación y sobriedad, dado que una libertad sin freno empuja a la ruina y derrocha sus riquezas; pues jamás perdura nada desmesurado, de no haberlo contenido el gobierno de la razón. Esto te lo ratificará la suerte de muchas ciudades cuyo espléndido poderío sucumbió en medio de su apogeo, y así, cuanto había logrado la virtud lo destruyó el desenfreno.
Es posible entonces entender que se tenía presente que una civilización podía alcanzar tanto
su apogeo como su destrucción o final, ya fuera provocado por elementos externos, como las
guerras, o internos, como la desidia, por lo que el ‘fin’ para una civilización puede significar
de este modo consecuencias tales como el sometimiento armado por parte de un pueblo mejor
preparado, el abandono de parte de sus habitantes y gobernantes, la pobreza, y la entrega del
modo de vida a excesos, vicios y desmesura, conceptos contrarios al buen gobierno que se
enseñaba en la Antigua Roma. Es por ello que para la elaboración de este trabajo se debe
analizar si el acontecimiento de estos dos sucesos, la caída de Roma y las Invasiones
Bárbaras, verdaderamente significaron un “final”.
De acuerdo con Manuel de Montoliu en El Alma de España, los romanos empleaban el
término Imperium para significar el dominio jurídico que Roma tenía sobre los pueblos
conquistados, del cual luego indica:
La misma palabra Imperio, significan desde el punto de vista interno, el fortalecimiento de la idea de soberanía, el dominio del gobierno, fundado en la idea de un dictador, un déspota, un monarca absoluto, un imperator.
Se puede inferir que la caída del imperio se encuentra en el momento en el que Roma pierde
su dominio sobre otros territorios y estos se dividen, así como en la idea de la ausencia de un emperador. Ambos momentos se presentaron después de una creciente crisis en el siglo III,
ahondado por el traslado de la residencia del emperador Constantino, quien abandona Roma y
se instala en Bizancio, ciudad consagrada en el 330 d.C, como la “Nueva Roma” , lo que significó un desgarramiento del poder que alguna vez la capital del Imperio ostentó. Roma no
quedó a la deriva, pero era claro que su nombre se estaba relegando en medio de guerras
civiles, derrotas militares, pestes, mala calidad de vida y finalmente su hegemonía sobre otros
territorios se fue reduciendo más y más hasta que tuvo su último emperador; actualmente se
discute sobre quién ostenta este título: si Julio Nepote, que fue considerado como tal hasta su
muerte en el 480 d.C, o si Rómulo Augústulo, quien fue considerado un usurpador del
Imperio y a quien la historiografía le ha otorgado el final de su mandato como el final del
Imperio en el 476 d.C. Independientemente de quién haya sido, lo que anteriormente había
sido un vasto imperio ahora se veía convertido en un reino bárbaro bajo mandato de Odoacro.
Son numerosas las teorías que rodean el acontecimiento del final del imperio, el cual
habitualmente se le ha asociado con las Invasiones Bárbaras. Entonces surge la pregunta: ¿En
qué medida las Invasiones Bárbaras fueron causal de la caída del Imperio Romano en
Occidente? Antes de conocerlo, debemos entender primero algo: de acuerdo con C.
Wickham, la tributación dominaba la economía y era la base económica para el Estado, con la
cual se sustentaba el ejército, obras públicas, aprovisionamientos y significaba la base de la
riqueza y del poder en el Bajo Imperio . Dado que el Imperio había sido enorme, era necesario recurrir a oficiales civiles que recaudaran los impuestos que se requerían en las
ciudades que se encontraban bajo dominio romano, impuestos que eran altos desde la época
de Diocleciano, y en especial desde que Teodosio permitió la presencia masiva de bárbaros
en sus ejércitos.
Cuando los Hunos hicieron presencia a cercanías del Imperio, Prisco comentó “Cuando
llegamos a Naissus, encontramos la ciudad desierta, como si hubiera sido saqueada; solo
unas pocas personas enfermas yacían en las iglesias” al hacer una descripción sobre la corte
de Atila. No solo los territorios romanos se veían amenazados por el saqueo o el
sometimiento, también los pueblos bárbaros lo eran y por ello se dio lugar a grandes
migraciones que pudieron interpretarse como “invasiones”, las cuales ya anteriormente
habían sido descritas por numerosos autores como Jordanes:
Mientras Galieno se entregaba a la vida lujosa de todo tipo, Respa, Veduc y Thuruar, líderes de los godos, tomaron el barco y navegaron a través del estrecho de Hellespont hacia Asia. Allí arrasaron muchas ciudades populosas e incendiaron el famoso templo de Diana en Éfeso, que, como dijimos antes, construyeron las Amazonas.(...) regresaron por la misma ruta por la que habían entrado en las tierras de Asia, saqueando a Troya e Ilium en el camino. Estas ciudades, que apenas se habían recuperado un poco de la famosa guerra de Agamenón, fueron devastadas nuevamente por la espada hostil. Después de que los godos habían devastado Asia, Tracia sintió su ferocidad.
Sin embargo, estas migraciones tuvieron el carácter de foederati, en el cual los bárbaros
solicitaron a las autoridades romanas tierras en las cuales establecerse dentro del cuidado del
Imperio a cambio de prestar, principalmente, servicio militar, estrategia que rápidamente se
echó a perder por la falta de relaciones entre los recién llegados y el Imperio, que dio lugar a
revueltas que finalmente se apaciguaron tras un pacto con Teodosio . Esta situación aceleró el acercamiento entre ambas culturas y además facilitó el acceso de bárbaros a cargos militares
importantes. Las fuentes abundan con respecto a la asimilación cultural que sufrieron ambos
grupos -romanos y bárbaros-, hecho que propició el fuerte establecimiento de bárbaros dentro
del Imperio, que a su vez asumieron dos patrias, la ciudad y Roma, así como nuevas
responsabilidades. Wickham comenta que “a pesar de las tendencias centralizadoras del
Bajo Imperio, el impuesto aún se recaudaba a través de las ciudades por separado”, por lo
que vemos que a medida que el Imperio se fragmentaba o perdía territorios, no solo perdía su
fuente de riqueza sino también legitimidad, así como también se transitaba a un nuevo
sistema, el feudal:
Lo que sucedió en el siglo V, siendo esquemático, fue que las invasiones bárbaras dieron a la aristocracia occidental, por vez primera, esta elección política entre los dos polos de la contradicción: por un lado, el Estado romano y su patronazgo, que cada vez se hacía más y más costoso cuando más ejércitos se lanzaban contra la amenaza de los bárbaros, y menos costoso cuando los ejércitos perdían territorios; por otro lado, la posibilidad de quedar únicamente con la base dada por la propiedad en el contexto de los Estados sucesores germánicos de reciente formación. Eligieron ésta última.
Se dio lugar a un fenómeno en el que se presentaba un desentendimiento con el Imperio, el
cual Salviano comenta en el 440 d.C:
Muchos son oprimidos por unos pocos, que consideran las exacciones públicas como su propio derecho peculiar, que transportan el tráfico privado con el pretexto de recaudar los impuestos. Y esto lo hacen no solo los nobles, sino también los hombres de menor rango; no solo por jueces, sino por los subordinados de los jueces. (...) Entonces emigran a los godos, a los Bagaudes, oa alguna otra tribu de bárbaros que gobiernan en todas partes, y no lamentan su exilio. Porque preferirían vivir libres bajo una apariencia de esclavitud que vivir como cautivos para una apariencia de libertad. El nombre de la ciudad romana, una vez tan apreciado y tan caro, ahora es algo de lo que los hombres repudian y huyen...
Dicho fenómeno cimentó las bases del feudalismo al primar la posesión de tierras sobre otros
sistemas económicos, relegando a la urbe a un segundo plano. Es por esto que bajo una
mirada actual es posible afirmar que sí hubo un final para la civilización, en el cual las
ciudades perdieron importancia indirectamente gracias a las Invasiones Bárbaras y el costo
que significaba, cayendo especialmente Roma en una auténtica crisis de la que no pudo
recuperarse. Esto alimentó una curiosa situación en la que se llegó a comentar que los
bárbaros, la mayoría romanizados, poseían cualidades (virtudes) que los romanos habían
perdido y por ello se veía venir el colapso del gran Imperio; Salviano continúa:
[El estado ha caído en días tan malvados que un hombre no puede estar seguro a menos que sea malvado] Incluso aquellos que están en posición de protestar contra la iniquidad que ven sobre ellos no se atreven a hablar para no empeorar las cosas más que antes. Entonces, los pobres son despojados, las viudas suspiran, los huérfanos son oprimidos, hasta que muchos de ellos, nacidos de familias no oscuras y educados liberalmente, huyen a nuestros enemigos para que ya no puedan sufrir la opresión de la persecución pública. Indudablemente buscan la humanidad romana entre los bárbaros, porque no pueden soportar la inhumanidad bárbara entre los romanos. Y aunque difieren de las personas a quienes huyen de manera y lenguaje.
Es así como nos muestra un panorama de la deplorable vida cotidiana en Roma. El modo de
vida era un tema recurrente dentro del pensamiento greco-latino, en el que la virtud debe
suprimir el defecto y el exceso, estados que llevan a la vida del hombre a la miseria. Séneca
comenta ello al decir “la toga que no dislumbre la blancura, pero tampoco esté sucia”. La
moderación era el llamado que hacían los maestros, tanto en dimensión personal así como en
dimensiones imperiales, puesto que desde hacía tiempos se había visto un corrompimiento
del sistema que tarde o temprano acabaría con el Imperio, y es que era sabido que la no
mesura podía terminar en vicio, algo que fue ampliamente cuestionado por numerosos
romanos como Ammianus Marceliinus, quien comenta en el 440 d.C:
Roma todavía es considerada como la reina de la tierra, y el nombre del pueblo romano es respetado y venerado. Pero la magnificencia de Roma se ve desfigurada por la ligereza desconsiderada de unos pocos, que nunca recuerdan dónde nacen, sino que caen en el error y el libertinaje como si se concediera una inmunidad perfecta al vicio.
Ahora bien, el fenómeno se consolida en una especie de intercambio de papeles culturales,
puesto que se había considerado que los romanos habían sido barbarizados, mientras que los
bárbaros ahora estaban romanizados. Es por ello que se evidenciaron fragmentos de ciertos autores que advirtieron que esos valores romanos que ya no se veían en la ciudad ahora
estaban presentes en el exterior, como Tácito que comenta sobre los germanos “En verdad,
nadie convierte los vicios en alegría allí, ni la práctica de corromper y ceder ante la corrupción se llama la
costumbre de la Era”. Se veían a los bárbaros más cercanos a una ideología cristiana, tal vez por
ello Salviano comenta:
¿En qué aspectos pueden preferirse nuestras costumbres a las de los godos y vándalos, o incluso compararse con ellas? Y primero, para hablar de afecto y caridad mutua (lo cual, nuestro Señor enseña, es la principal virtud, diciendo: "Por esto todos los hombres sabrán que ustedes son mis discípulos, si se aman los unos a los otros"), casi todos los bárbaros , al menos aquellos que son de una raza y parientes, se aman, mientras que los romanos se persiguen.
La virtud sigue primando como un objetivo a alcanzar, que pese al abandono estatal que se
vivía, se vio abrigado en los cristianos, sin olvidar que desde hacía tiempo atrás los romanos
ya advertían sobre un final que consideraron consecuencia del vicio transmitido por los
bárbaros no civilizados y que sintieron en cuanto cayó el Imperio. No fue un cambio abrupto,
más bien se trató de una transición en la que muchas instituciones romanas pasaron al
cuidado de la reciente Iglesia cristiana, quien perpetuó la cultura romana en sus monasterios.
Compartiendo las palabras de Manuel González Jiménez: “aunque injustos, estos
calificativos (los que le otorgaron los renacentistas a la Edad Media de oscuridad, violencia y
barbarismo) describen la sensación que tuvo la gente del siglo V cuando creyó que las
invasiones germánicas iban a desmoronar su civilización” , por lo que bajo una mirada romana, sus habitantes sí sintieron el fin de su civilización, incluso tal vez sintieron que se
encontraban en el fin del mundo, que se había entregado por completo al vicio. Pero no eran
conscientes de que la Iglesia sostenía lo poco que quedaba y que gracias a ella se vieron
resurgir ciudades, sistemas y valores que permitieron el nacimiento de nuevas civilizaciones.
The Sack of Rome by the Barbarians in 410 por Joseph-Noël Sylvestre, 1890
Bibliografía:
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Fuentes Secundarias:
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- Vara, J. D., & Arsuaga, A. E. (2014). Historia Medieval I: Siglos V-XII. Editorial
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- de Montoliu, M. (1942). El alma de España: y sus reflejos en la literatura del siglo de
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- Ruchesi, F. (2012). El Obispo y sus roles públicos en la Galia Merovingia;
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- Le Goff, J., & de Serra Ràfols, F. (1969). La civilización del Occidente medieval.
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