Conceptos como Dinamograma y Efracción han cambiado la concepción clásica de la
temporalidad histórica y de la imagen en el arte, ya que cuando entran en escena despliegan
la idea de la existencia de ciertas latencias que en ocasiones se manifiestan y que responden
al retorno a las formas del pathos primitivo, que a su vez genera discontinuidades que
producen novedad. Esto permite entender que la obra de arte es portadora de arquetipos que
son reconocidos por mediación de la mneme y cómo ello afecta la concepción de la imagen,
a su vez que explica el movimiento temporal que ha tenido la historia del arte en sus
devenires.
El Dinamograma es como se le conoce al registro del movimiento propio de las
pathosformeln, por ello se expresa que éstas son portadoras de tensiones que se han
almacenado en la mneme o memoria inconsciente colectiva y que en su desciframiento
permite la producción de arquetipos. Este registro presenta un doble carácter que es propio
de la relación Apolo-Dionisos, pues es cíclico y discontinuo a su vez: es una
imagen-síntoma cargada de pathos, de aquel trauma primitivo que quedó en la impronta de
la memoria colectiva, en su domesticación es que se producen los arquetipos como un
intento de volver familiar aquel momento traumático y transformarlo con una mayor
facilidad en algo comprensible. Esta transición es lo que genera tanto la plástica como los
mitos, pues se transmiten estos arquetipos como una suerte de memoria que se montan
entre sí hasta ir estructurando progresivamente la cultura, esos modos de ver que permite la
acción creadora humana. Los arquetipos son de este modo como la acción de Apolo, pues
da forma e inteligencia organizada a aquello que no la posee, a aquello que se escapa de
nuestra comprensión. Apolo baja lo sagrado a un plano terrenal y de esta forma se
domestica la acción dionisiaca. Sin embargo, lo apolíneo se hereda como cultura material o
como representaciones, se convierte en un ciclo de transformación que realmente habla el
lenguaje dionisíaco en su interior, lo tiene latente y cuando se manifiesta, quiebra el
Dinamograma, lo lleva a tal punto de tensión que en su discontinuidad se genera un retorno
a ese pathos primitivo y ello genera la novedad en el arte, pues dicho retorno queda
remanente en forma de huella, huella que, aunque se repite con cierta temporalidad, marca
profundamente los arquetipos al volver desde ese mismo presente. Es por eso que
Didi-Huberman comenta que la búsqueda e identificación de esas huellas (del pathos que
quiebra) es tratar de comprender qué intenta expresar lo primitivo en la actualidad misma
de la expresión motriz en el que reposa, pues al manifestarse desde el pasado en el presente,
la pathosformeln expresa una vuelta a ciertos gestos, ciertos arquetipos que se repiten a lo
largo del tiempo pero que en cada nueva manifestación comporta la novedad que le otorga
su presente.
Ese surgimiento del Ahora de aquello primitivo, es producto de su relación con el
resurgimiento del Antaño, pues Dionisos en su retorno es capturado por la forma de Apolo,
por ello se da la impresión o apariencia de que estas formas de Apolo vuelven a dar lugar
de forma un tanto similar a como era en otros tiempos, pues los arquetipos que habitan en la
sociedad y los individuos son desplegados por la acción mediadora de la mneme, que
retrotrae aquello que supervive en el inconsciente colectivo, supervivencias que no solo son
reconocidas sino además reproducidas y que responden como efecto engráfico similar a la
respuesta emocional de ese primer trauma.
Este tipo de surgimiento del Ahora, la acción intempestiva de Dionisos, es lo que se conoce
como la efracción, fenómenos que se repiten pero que en esa acción generan fracturas, al
final lo que se repite es diferente, pero dicha repetición refleja un pathos primitivo en su
interior, por eso se dice que al final Apolo habla el lenguaje de Dionisos. Esta dinámica es
la que se denomina como Dinamograma, y actúa sobre el tiempo histórico de las imágenes.
Por ello este concepto cambió la concepción artística de la imagen, le otorgó la posibilidad
de reconocer los movimientos no visibles contenidos dentro de las obras. Ahora se capta el
movimiento al establecerse una oscilación dinámica entre Apolo y Dionisos, entre aquello
primitivo y lo novedoso de la imagen, pues la imagen (las pathosformeln) nos provoca un
efecto engráfico que pone en funcionamiento los arquetipos almacenados en la mneme,
reconoce la identidad del movimiento del pathos y ello afecta la sensibilidad estética a un
nivel emocional, pues percibe la potencia, su energía contenida y de esta forma es
percibida, en cierta medida, su dirección e intención. Por eso ante una gestualidad del
pathos, como la máscara de Gorgo, la imagen nos sustrae del plano físico y despliega todo
tipo de memorias que abren la imaginación de individuo, imaginación que construye
inconscientemente el movimiento o el estímulo primario, por eso podemos percibir y sentir
el movimiento en las obras de arte.
Imagen tomada de La imagen superviviente: historia del arte y tiempo de los fantasmas según Aby Warburg de Georges Didi-Huberman (6. Friedrich Nietzsche, Esquema dinámico del tiempo, primavera de 1873.
Dibujo a tinta tomado de los Fragmentos postumas, 26 [12] = U I 5b. Weimar,
Nietzsche Archiv. Foto Nietzsche Archiv)
Bibliografía:
- Debray, R. (1998). Vida y muerte de la imagen. Barcelona: Paidós.
- Didi-Huberman, G. (2009). La imagen superviviente: historia del arte y tiempo de los fantasmas según Aby Warburg. Abada.
- Pérez Mantilla, R. (2018). El Nacimiento de la Tragedia. Fealdad, gracia y libertinaje. Estética y modernidad en el pensamiento colombiano [1940-1960], 275-288.
- Riosalido, S. Á. (2017). Una imagen surge de lo profundo. Carl Gustav Jung y Aby Warburg, un estudio comparativo. Forma: revista d'estudis comparatius. Art, literatura, pensament, (15), 9-25.
- Vernant, J. P. (2001). La muerte en los ojos: figuras del otro en la antigua Grecia. Gedisa.

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